La relación de Peter David con el traje negro de Spider-Man es sabida: gracias al éxito de La Muerte de Jean DeWolff, publicado en 1985, pudo dejar su cargo administrativo en Marvel para dedicarse a los guiones. Por esos años Marvel publicó uno de los eventos más importantes de su historia: la primera versión de Secret Wars, de la que Spider-Man vuelve a la Tierra con un traje negro sin saber que se trataba de un simbionte vivo.
Ahí se sitúa Simbionte Spider-Man: La Trama de Mysterio, donde vemos a un Spidey mucho más brutal (incluso asesina a la Mosca Humana, símbolo de época de cuando Marvel se daba el lujo de crear villanos con trajes, nombres y poderes ridículos), gags inocentones, su romance con Black Cat y su relación con la tía May, que está en piso histórico.
El siempre polémico Greg Land es el que está en los dibujos con sus típicos errores de siempre: incongruencias con el diseño de un personaje en viñetas distintas y algunos recuadros inentendibles (y a chequear qué planos sacó de Google Imágenes), por lo que el oro se lo llevan Jay Leisten e Iban Coello en las tintas y Frank D’Armata en el color. AMO cómo brillan los bordes de los personajes como si estuvieran ¿lustrados?
El villano de la miniserie es Mysterio (para cuando salió, Far From Home estaba en cartelera en todos los cines) y es de lo peorcito que tiene. David disfrutó escribiendo esta divertida y ligera historia... quizás demasiado. Porque, aunque el guionista es conocido por sus historias ingeniosas, irónicas y hasta dramáticas, acá parece una sombra de sí mismo. La historia se desarrolla bastante predecible y el paneo psicológico de los personajes es muy superficial.
Sin pretensión alguna, La Trama de Mysterio se lee como una aventura bastaaante divertida: las jodas de Spider-Man están bien y la acción está bien distribuida, pero esta mini está, indudablemente, por debajo de lo que un nombre como el de Peter David puede ofrecer.
